Para aquellos que buscan la verdad y una vida dinámica

Cristo es Vencedor

Jul /Ago 2001

Atrévase a creer en Dios para el avivamiento


Un día, en una ciudad en el norte de Europa Oriental, (ahora Rusia) me vi asombrado pues, sin razón aparente, Dios había enviado repentinamente un avivamiento. En otras ciudades y países, normalmente esto ocurre después de muchas semanas o muchos meses de un ministerio intenso. Pero acá, en el quinto día, los cielos estaban abiertos y nos vimos inundados con bendiciones que venían del cielo. Mil creyentes llenaban la iglesia cada mañana para el estudio de la Biblia. En la tarde, miles escuchaban el evangelio en un auditorio más grande. Tan grande era el hambre por la Palabra entro los no salvos, que no había espacio para los creyentes en el servicio de la tarde. Les pedí que fuesen a sus propias iglesias y oraran y que no ocuparan los asientos, los cuales debían ser ocupados por los no salvos.

La necesidad espiritual entre los no salvos era grande: la Espada del Espíritu había herido sus corazones noche tras noche. Fue después de la medianoche cuando pude dejar el edificio. Estaba muy perturbado en mi mente y no podía dormir, buscando una explicación para las „ventanas abiertas" (Mal. 3:10). Había venido únicamente por la invitación del Espíritu Santo, y estaba desanunciado y sin saber. Las reuniones habían comenzado una noche de viernes, con solamente siete personas en una reunión de oración.

Una tarde, el señor muy gentilmente me permitió descubrir el secreto de la bendición. Temiendo que yo no tuviese suficiente poder del Espíritu para proclamar el Evangelio ante los miles que se habían reunido, me abrí camino hacia el sótano del
auditorio para tener unos pocos minutos de oración. Comencé a orar en la oscuridad, pero pronto sentí una sobrecogedora sensación de la majestad de Dios. Supe enseguida que había alguien más en el gran sótano, orando.

Con tranquilidad encendí la luz, y en el extremo final del sótano había doce hermanas

arrodilladas ante Dios. ¡Ellas nunca supieron que yo estaba allí! Estaban „tras el velo", tocando el Trono por el poder del Espíritu, pavimentando el camino para que Dios trabajara maravillosamente entre los no salvos.

¡Oh, que Dios alce a un grupo así para que crea en Dios por el avivamiento!

- James A. Stewart


„Puede salvarlos perpetuamente"


„Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos." Hebreos 7:25

Tenemos un Salvador que intercede por nosotros, quien está sentado a la diestra del Padre. Jesús obtuvo su posición presente a través de la exaltación de Dios, el Padre, después de haber pasado por los sufrimientos en la Cruz. ¿Cuáles son los sufrimientos que soportamos? No mucho. Muchos de nosotros no conocemos ni la mitad, ni una microscópica fracción de lo que nuestro Señor ha sufrido.

Si nuestro Señor aprendió obediencia a través del sufrimiento, ¿cuánta más obediencia deberíamos aprender nosotros al seguir Su ejemplo? Él fue odiado sin causa, pero eso no hizo que dejara de cumplir con la voluntad de Dios. Cuando las cosas son fáciles, nos movemos hacia adelante fácilmente. Cuando las cosas se ponen difíciles, retiramos. Pero nuestro Señor tuvo la Cruz ante Él, y Él volvió su rostro hacia Jerusalén.

Muchas naciones aún no han sido cosechadas, más que todo porque no hemos vuelto nuestros rostros hacia la Cruz. No hemos vuelto nuestros rostros hacia nuestra Jerusalén. Éste es el por qué no hemos avanzado en las llamadas „áreas inaccesibles". Millones no conocen a Jesús. Estamos imprimiendo literatura en miles cuando habríamos de estar imprimiendo millones. Nuestra fe y nuestra visión están limitadas.

No sabemos cómo orar, pero el Espíritu Santo en Sí mismo ora en nuestro lugar. Romanos 8:26 habla de la intercesión del Espíritu: „Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles."

En 1 Tesalonicenses 3:10 vemos a San Pablo „orando de noche y de día con gran insistencia". ¡Oh, que haya por lo menos unos pocos que oren así, día y noche! El asunto de la oración de San Pablo era que „el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros" (1 Tes. 3:12).

El amor de Dios debe fluir libremente de persona a persona. Supongamos que somos puntos de electricidad en un circuito de radio. La electricidad tiene que pasar de un punto a otro. Si hay una ruptura en el circuito, el radio no funciona. Supongamos que hay una ruptura en alguna parte, que algún hermano no es capaz de amar a otro, ¿entonces qué pasa? ¡Todo el sistema colapsa!

Dios nos ha puesto en un circuito muy grande: estamos para amar a todos los hombres en este mundo. Eso nos lleva casi a niveles parecidos a los de Dios. Algunas personas son simplemente malos, desagradables y desordenados. Sus fallas son muy notables. Aun así, si estudiamos nuestra propia naturaleza, no encontramos nada más que sucio, egoísmo y orgullo. Ultimadamente, apenas podemos amarnos a nosotros mismos, ¡y mucho menos a los demás! Pero la Biblia dice que debemos ser abundantes en el amor hacia todos los hombres.

Recuerda la misericordia de Dios: „Anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz" (Col. 2:14). Cuando una persona era crucificada en esos días, sus cargos eran clavados en su cruz. Pero nuestro inventario de pecados fue clavado en la cruz de Jesús. Si Dios está dispuesto a clavar los pecados de una persona en la Cruz, ¿atrevemos mantenerlos? Si Dios habría colocado nuestros antiguos pecados frente a Él, ¿qué sería nuestro apuro? Pero el amor de Dios limpia nuestro historial y comenzamos de nuevo, completamente limpios. Debemos tratar a la gente en la misma forma en que Dios nos trata a nosotros.

Usted debe tener el pensamiento de Jesucristo (Fil. 2:5), orando con la mente de Él que ora por usted. Ore de acuerdo con Su pensamiento, y va a tener abundantemente la compasión que da vida. ¡Tal amor y oración serían una fuerza indetenible! Pero si el amor de Dios está ausente, el dinero, los títulos, y todo lo demás sirven para nada.

Que Dios nos ayude a tener el pensamiento de Cristo, y a interceder maravillosamente por las naciones.

- Joshua Daniel


Hijo o amigo


Después de algunos de los himnos normales en la tarde del domingo, el pastor de la iglesia una vez más lentamente se puso de pie, caminó hacia el púlpito y dio una pequeña presentación a su amigo de la infancia.

Con esto, un anciano se acercó y subió al púlpito para hablar: „Un padre, su hijo y un amigo del hijo estaban navegando en la Costa del Pacífico," comenzó a relatar, „cuando rápidamente se acercó una tormenta que les bloqueó cualquier intento para regresar a la costa. Las olas eran tan altas, que aun cuando el padre era un marino experimentado, él no pudo mantener el bote derecho, y los tres fueron lanzados al océano."

El anciano vaciló por un momento, haciendo contacto visual con dos adolescentes que estaban, por primera vez desde que había comenzado el servicio, de alguna manera interesados en la historia.

Continuó: „Al aferrarse a una línea de rescate, el padre tuvo que tomar la decisión más crucial de su vida: a cuál muchacho debía lanzarle el extremo de la cuerda. Él solamente tenía segundos para tomar esa decisión. El padre sabía que su hijo era cristiano, y también sabía que el amigo de su hijo no lo era. La agonía de su decisión no podía compararse con el torrente de las olas.

Cuando el padre grito: `Te amo hijo,' le lanzó la cuerda al amigo de su hijo. Para el momento en que halaba al amigo de su hijo hacia el bote y lo subía a él, su hijo había desaparecido más allá de las aguas feroces, en la oscuridad de la noche. Su cuerpo jamás fue hallado." Para este momento, los dos adolescentes estaban sentados en el borde del banco esperando las palabras siguientes, que salieran de la boca del anciano.

„El padre," continuó, „sabía que su hijo pasaría a la eternidad con Jesús, y él no podía soportar el pensar que el amigo de su hijo pasaría a la eternidad sin Jesús. Por tanto, sacrificó a su hijo. ¡Qué grande es el amor de Dios que hizo lo mismo por nosotros!"

Con esas palabras, el anciano regresó a su asiento y se sentó, mientras el silencio llenaba el recinto. Minutos después de que terminó el servicio, los dos jóvenes se acercaron junto al anciano. „Esa es una historia muy hermosa," dijo cortésmente uno de los jóvenes, „pero no creo que sea muy realista que un padre entregue la vida de su hijo en la esperanza de que el otro muchacho se convierta en cristiano."

„Bueno, en eso tienes razón," respondió el anciano mirando su gastada Biblia. Una gran sonrisa se extendió en su estrecho rostro, y nuevamente levantó su mirada hacia los dos jóvenes y dijo: „De verdad que no parece muy
realista, ¿verdad? Pero estoy acá ahora para decirles que ESA historia me da a mí una pequeña señal de lo que había sido para Dios el dar la vida de Su Hijo por mí. Verán ... yo era el amigo del hijo."

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Amor en Acción


Elizabeth Geikie era una mujer de contextura oscura, hermosa y de ojos azules que había nacido en Dundee, Escocia. Un día, los habitantes del poblado le llevaron a su pequeña cabaña en las selvas del sur de la India a un hombre que estaba casi enloquecido por el dolor.

Inclinándose hasta la camilla, Elizabeth Geikie vio una gruesa espina que traspasaba el pie del hombre como un clavo; solamente se veía el extremo. Su botiquín de medicinas únicamente contenía Vaselina, sales de Epson y aceite de ricino.

Elizabeth no tenía pinzas, ¡pero tenía dientes blancos y firmes! Arrodillándose, se las arregló para agarrar con sus dientes el extremo visible de la espina y para halarlo hasta sacarlo. Entonces, lavó la herida con aceite de coco y la vendó con un trozo de tela limpia.

Al día siguiente, después que el dolor del paciente había desaparecido, los habitantes del pueblo sintieron curiosidad por saber más del Dios de Elizabeth Geikie. Tanto el hombre herido como su esposa, aunque nunca entendieron completamente sus sermones, se hicieron cristianos. Ellos habían comprendido que para salvar una vida, una mujer blanca había colocado sus labios, la parte más sagrada del cuerpo, sobre la parte más despreciada, el pie. Ese fue un acto extraordinario de amor que llevó a muchos de ellos hacia el Dios de Elizabeth Geikie.


Conversión fallida


La salvación significa mucho más que ser liberado del infierno y ir al cielo cuando morimos. Éstos son los subproductos - los bonos de la salvación. El verdadero propósito de Dios es hacer santos perfectos a partir de pecadores sin valor. Hay dos tipos de experiencias cristianas: una es tener la salvación y detenerse allí; y la otra es tener la salvación y moverse hacia adelante, hacia una vida llena de poder, victoria, regocijo, servicio y llena de frutos. Todo eso depende de lo que hagamos con el don de la salvación de Dios. Podemos desarrollarlo o descuidarlo.

Hoy en Día, encaramos un evangelio barato y llano. Se les dice a los hombres que sólo tienen que „creer", „aceptar a Cristo", levantar la mano, firmar una tarjeta, y están salvados. La tragedia es que muchos malinterpretan la salvación. En demasiados casos no hay un cambio evidente, porque falta la prédica sobre la separación del malvado mundo del pecado.

La gente que clama haber sido convertida siguen hacer sus negocios dudosos, sus prácticas discutibles y sus hábitos malvados. Ellos continúan con sus ocupaciones mundanas y sus asociaciones dañinas. Ellos continúan escuchando el consejo impío de los no creyentes, apoyando organizaciones que denigran del cristianismo y dando su aprobación a los enemigos de Cristo. Ellos aún frecuentan los mismos lugares de diversión mundana, indulgen en los mismos hábitos de entretenimiento. En resumen, no hay nada en su vida que indique que hay un cambio, excepto que van el domingo a „una iglesia de su elección".

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Fe y familia


„Cuando vio Jesús a su madre, ... dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo." -San Juan 19:26

„Mujer, he ahí tu hijo" (San Juan 19:26). Acá en el medio de esa escena tan penosa, cuando Jesús estaba sufriendo ante la muerte, Él estaba trayendo la dulzura de una atmósfera hogareña. Él no podía olvidar el hogar en el que había crecido con Su madre. Ahora, que era un momento extraordinario de sufrimiento y de prueba para la fe, la mente de Jesús estaba tranquila.

Milton escribió acerca de la mente: „Puede hacer un infierno del cielo y un cielo del infierno." Jesús estaba en las puertas del infierno, pero Él estaba con el Padre. Pronto, iba a perder la presencia del Padre y clamar desesperadamente: „Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" (San Mateo 27:46).

En un sitio lleno de gente cruel, Jesús estaba mirando a Su madre. Él amaba a Su madre. ¿Por qué estaba Él muriendo? ¿Por qué no podía vivir por ella? ¿Por qué Él no podía crear un hogar para Su madre y hacer que ella estuviese cómoda? Algunos misioneros se reprimen de obedecer el llamado de Dios para servir en tierras extranjeras, debido a su amor por sus madres y otros familiares. Pero algunos superan esos lazos y van hacia delante.

Sólo si Jesús moría, su madre podría estar en el cielo con Él. Solamente por haber dado a luz a Jesús, ella no podía ser salvada, solamente si creía en su hijo. Jesús estaba muriendo por Su madre y por toda la humanidad. Cuando Él se levantó de entre los muertos, Él no sería el mismo Jesús que caminó en la tierra. Él tendría poder ilimitado para bendecir a muchas madres con una visión divina por sus hijos. Él estaba demostrando el hecho de que él que vivió la verdad de Dios no le podía matar.

Una vez que la vida de la resurrección entra en un hombre, él será una criatura eterna. Para quien cree en la verdad y la vive, cada célula de su cuerpo no puede matarse. De la sangre de Esteban surgió un hombre más poderoso que él. Cuando la espada de la persecución llega a un cristiano, la espada del Espíritu llega con un maravilloso poder.

Muy a menudo, el amor del hogar - el amor del padre, o de la madre - nos sujeta. Ellos le limit an su trabajo a un área pequeña, mientras que Dios tiene vastos campos de servicio para usted. Naturalmente, los afectos, la belleza y la disciplina de un hogar debe mantenerse. Usted debe controlar el hogar. El hogar no debe controlarle. Está hecho para Dios. Puede que no sepa cuánto le ata su hogar. Ore por su hogar. Jesús fue fiel a su deber aun en la cruz. Pero estaba poniendo la voluntad de Dios primero.

Ame a su padre y a su madre, pero ame más a Dios. Ame más la voluntad de Dios y Sus propósitos. Cuando usted hace la voluntad de su Padre en el cielo, será una bendición más grande para su hogar. Aun cuando Jesús estaba moribundo, Él no perdió el sentido del deber para con Su madre. Pero tampoco desesperó. Estaba pensando en la gran victoria sobre el pecado que iba a lograr para el hombre a través de Su muerte.

Jesús estab armonizando Su deber con Dios, con Su deber con Su hogar. Hubo dulzura en Su muerte porque el aguijón de la muerte estaba siendo alejado y la victoria de la tumba se estaba extinguiendo.

- el difunto Sr. N. Daniel


Continuación de

El Progreso del Peregrino


Cristiano: ¿Encontraste otros peligros?

Fiel: Cuando llegué al pie del Collado de la Dificultad me encontré con un hombre muy viejo quien me dijo que se llamaba Adam, de la ciudad del Fraude. Me pidió que fuera a vivir con él y que me nombraría su heredero.

Le pregunté qué clase de hogar tenía y qué sirvientes mantenía. Me dijo que a su mesa se servían toda clase de manjares delicados, y que sus sirvientes eran sus tres hijas: La Concupiscencia de la Carne, La Concupiscencia de los Ojos y la Soberbia de la Vida (1 Juan 2:16). También me dijo que podía casarme con las tres si yo quería. Al principio me sentí tentado a irme con él, pero luego cambié de opinión.

Repentinamente me di cuenta que si se apoderaba de mí me vendería como esclavo. Por lo tanto, le mandé que dejara de hablarme pues nunca iría a su casa. Entonces me maldijo y dijo que iba a mandar alguien para afligirme. Al volverme para seguir mi camino, me asió y me dio un tirón tan fuerte que creí que me destrozaba. Esto me hizo exclamar: „¡Miserable hombre de mí!" (Rom. 7:24). Finalmente pude continuar mi camino hacia arriba.

Cuando estaba a mitad de la cuesta, miré alrededor y vi a un hombre que me seguía tan rápido como el viento. Me alcanzó justamente cuando llegaba a la glorieta.

El hombre se me acercó y con un latigazo me echó por tierra donde quedé como muerto. Cuando me recobré le pregunté: „¿Por qué me has tratado tan cruelmente?" El me contestó: „Debido a tu atracción secreta hacia Adam." Al decir esto me dio otro golpe en el pecho y me echó por tierra de nuevo. Cuando reviví clamé: „¡Ten misericordia de mí y perdona mi vida!" Sin duda hubiera terminado conmigo a no haberse presentado uno que le mandó desistir.

Cristiano: ¿Quién era el que le mandó detenerse?

Fiel: Al principio no lo reconocí, pero al pasar cerca de mí vi las marcass de los clavos en sus manos y me di cuenta que era nuestro Señor.

Cristiano: El que te alcanzó era Moisés. El no perdona a nadie y no tiene ninguna misericordia con los que quebrantan la Ley.


Noté luego en mi sueño, a medida que proseguían, que Fiel miró hacia el costado y vio a un hombre llamado Locuaz que caminaba cerca. Fiel se le acercó y le dijo: „Amigo, ¿tú también vas al país celestial?"

„Sí," dijo Locuaz, „yo también voy al mismo lugar."

„Vayamos juntos," dijo Fiel, „y pasemos el tiempo hablando de asuntos edificantes."

Después de haber conversado un rato con Locuaz, Fiel se volvió hacia Cristiano y le dijo en voz baja: „Qué compañero tan valiente tenemos."

Pero Cristiano le contestó: „Déjame que te cuente acerca de ese individuo. Yo le conozco bien porque es de nuestra ciudad. Su nombre es Locuaz, el hijo de Habla-Bien, y vive en el Paseo de los Charlatanes. Tiene una lengua muy hábil, y está lleno de palabras delicadas, pero la religión no tiene lugar en su corazón."

Fiel: Entonces estoy completamente engañado con este hombre. ¿Cómo nos libraremos de él?

Cristiano: Te daré una idea. Comienza una conversación sobre un asunto serio, y entonces pregúntale sin ambages si su fe es real o simplemente de palabra. Encontrarás que estará tan hastiado de ti como tú lo estás de él.

Fiel entonces se apartó y comenzó a hablar con Locuaz, diciendo: „¿Qué tal van las cosas?"

Locuaz: Bien, gracias. Yo pensaba que para este tiempo nosotros habríamos tenido una larga conversación.

Fiel: Si tú lo deseas, hablemos de lo siguiente: ¿Cómo se muestra la gracia de Dios en el corazón humano?

Locuaz: Esa es una buena pregunta. En primer lugar, la gracia produce un gran clamor contra el pecado.

Fiel: Creo que más bien deberías decir que hace que el alma odie el pecado.

Locuaz: ¿Por qué? ¿Qué diferencia hay entre clamar contra el pecado y odiarlo?

Fiel: Mucha. He oído a muchos clamar contra el pecado en el púlpito pero lo abrigan en el corazón y en el hogar. ¿Es tu religión solamente de palabra o es de hecho y en verdad?

Locuaz enrojeció visiblemente y preguntó: „¿Por qué me haces tal pregunta?"

Fiel: Porque tú estás tan dispuesto a hablar. Sin embargo, para ti tanto el beber, como la avaricia, el jurar, el mentir y la religión, todos van juntos.

Locuaz: Desde el momento que estás tan listo para juzgarme, me doy cuenta que eres un pesimista malhumorado y que no se puede hablar contigo, así que me despido. ¡Adios!

Cristiano se acercó entonces y le dijo a su hermano: „Yo te advertí lo que pasaría. Tus palabras y sus malos deseos no están de acuerdo. El más bien abandona tu compañía que reformar su vida. Nos ha ahorrado la molestia de librarnos de él, pues hubiera sido una mancha en nuestro medio. Además el apóstol Pablo dice: „Apártate de los tales" (1 Tim. 6:5).

Fiel: Me alegro que tuve esta conversación con él. Yo le he hablado bien claramente; si él se niega a arrepentirse yo estoy libre de su sangre.

Cristiano: Hiciste muy bien en hablarle tan claramente. Ojalá que todos los hombres hablaran en esa forma pues entonces aprenderían a ser sinceros, o de lo contrario se sentirían incómodos en la compañía de los santos.

Caminando y hablando los dos peregrinos hallaron el largo viaje agradable y provechoso. De lo contrario, hubiera sido tedioso ya que estaban pasando a través de un desierto.

Extraído del libro El progreso del peregrino ilustrado.

© El progreso del peregrino ilustrado. Editorial Portavoz, PO Box 2607, Grand Rapids, MI, 49501-2607, U.S.A.