Para aquellos que buscan la verdad y una vida dinámica

Cristo es Vencedor

Sep/Oct 2001

LA ORACIÓN TRAE LA  VICTORIA

Los mejores hombres y mujeres de Dios se han criado bajo las oraciones y los votos de una madre y bajo la consagración solemne de un padre. Bendecida es la vida de un hombre o de una mujer, de un niño o de una niña, que han sido puestos en el mundo no sólo por el dolor, sino también por la oración - su llegada fue iniciada por la mano de un padre o de una madre que se agarran a Dios.

Se dice que el verdadero secreto de la grandeza a menudo deriva de las oraciones de una madre y de su piedad personal. Quizás Mónica pensó muy poco en la bendición indiscriptible que siguió a los largos años de oraciones agonizantes por la conversión de su hijo, Agustín, y el uso que Dios hizo de él en los años subsiguientes por Su causa y por Su reino. Cuando la mamá de Moffat suplicaba por él para que aceptara a Cristo como su Salvador, ella nunca pensó que Dios como respuesta a sus oraciones llenaría su alma renovada con un formidable celo por la salvación de los gentiles y que coronaría su labor con un éxito tan abundante.

Se dice que John Newton aprendió a orar en las rodillas de su madre, y fue tal la influencia que la vida de ella tuvo en la mente de él, que pese a que fue llamada al Hogar celestial antes de que su hijo John cumpliera ocho años, en los años siguientes, cuando estaba en alta mar y en medio del peligro, su oración agonizante era: „El Dios de mi madre, Dios de misericordia, ten misericordia de mí." La oración era escuchada y desde el momento de su conversión, el nombre de John Newton ha sido honrado en las iglesias.

Fue a través de Newton que Thomas Scott, el comentarista, fue llevado a Cristo, también Wilberforce, el campeón de la emancipación de los esclavos y autor de las Visiones Prácticas de la Cristiandad, que llevó a Leigh Richmond a unirse al ministerio de Cristo. Jonathan Edwards, el Obispo Hall, Philip Henry, Hooker, Payson, Doddrige y los Wesleys - todos ellos tenían madres que oraban, a quienes a través de Dios ellos atribuyen el secreto de su éxito.

„Cuando era un niño pequeño," dijo un hombre muy conocido, „mi madre acostumbraba a arrodillarme a su lado y colocaba su mano sobre mi cabeza mientras ella oraba. Antes de que tuviera la edad suficiente para conocer su valor, ella murió y fui abandonado para que yo solo me guiara. Como los demás, estaba inclinado hacia las pasiones malignas, pero a menudo sentí que fue detenido, como si, y así era, una suave mano sobre mi cabeza me alejaba. Cuando era un hombre joven, viajé a tierras extrañas y fue expuesto a muchas tentaciones, pero cuando pude haber cedido a esas tentaciones, la misma mano estaba sobre mi cabeza y fui salvado. Aparentemente sentía su presión como en los días de mi feliz infancia, y a veces escuchaba una voz solemne que decía: `No cometas esta gran maldad, hijo mío, para que no peques contra Dios.'"

En el diario de una madre cristiana estaba esta anotación: „Esta mañana me levanté muy temprano para orar por mis hijos, especialmente para que mis hijos varones puedan ser ministros y misioneros de Jesucristo." Su vida correspondió con su piedad, y su influencia sobre sus hijos fue bendita. Sus oraciones por ellos fueron contestadas con abundancia. Sus ocho hijos fueron entrenados para Dios. Cinco de sus hijos se hicieron ministros y misioneros de Jesucristo, y los demás fueron bien conocidos en la iglesia cristiana.

Se anotó de la vida de la Sra. Winslow que ella determinó con la bendición de Dios que cada uno de su familia debería aparecer con ella a la derecha de Dios. Ella luchó largo tiempo en oración, pero no fue en vano, pues ella conoció el gozo de ver a cada uno de ellos conocer al Salvador.

Se dice que los nueve hijos del Sr. y de la Sra. Scudder de la India habían dado sus vidas al servicio misionero en esa tierra - siete hijos y dos hijas. La única explicación es la que dio el Sr. Scudder: „Los niños fueron literalmente orados dentro del reino por su madre." Ella solía pasar el cumpleaños de cada hijo en oración por ese hijo.

Hace muchos años, hubo una madre en Sommerville, N. J., cuyo hijo - un hombre joven - había comenzado a vivir una vida disoluta. Una noche, ella le rogó que no pasara esa noche lejos de ella, pero él dijo que sí lo haría. Dijo: „Madre, no voy a estar amarrado a las cintas de tu delantal.Voy a salir." La madre contestó: „Por favor, inténtalo, y recuerda que cada momento de esta noche, hasta que regreses, voy a estar de rodillas pidiéndole a Dios que te salve."

El hijo, con un gesto rudo y mascullando maldiciones, huyó de su presencia y pasó la noche en una reunión malvada. Fue a las cuatro de la mañana que llegó a su casa. Él se las había arreglado para mantener a su mamá alejada de su mente durante su juerga. Cuando llegó a la casa, vio una luz brillando a través de las persianas. Al mirar hacia adentro vio a su madre de rodillas y escuchó su oración: „Dios salva a mi hijo."

Al ir a su cuarto, se lanzó en la cama, pero no pudo dormir. Después de un rato, se levantó, se arrodilló y le pareció que el poder de Cristo venía desde la habitación donde su madre luchaba rogando a Dios. Y eso le hizo clamar: „Dios, sé misericordioso conmigo, un pecador." Esta mañana fue salvado.

La noticia de su salvación pronto se supo en su vecindario, y después de tres semanas, más de doscientos jóvenes habían sido convertidos. Este hombre joven fue el padre del Dr. T. De Witt Talmage.

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Bendito sea Jehová, que oyó la voz de mis ruegos.

Salmo 28:6


La lengua del sabio

„El Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado ..." (Isaías 50:4).

¡Qué mal usamos nuestra lengua! Parece que tenemos un sentimiento negativo hacio otros, solo usamos palabras malignas. No puedo entender por qué nosotros debemos destilar como una serpiente babosa, y estamos hablando cosas malas de los demás. Algunas personas se deleitan hablando mal de los hijos de Dios. Déjame decirle que es muy peligroso hacer eso. Una gran oscuridad llegará a su corazón y usted se encontrará declinando a sí mismo y caerá a una mazmorra profunda desde donde jamás podrá escapar. Dios quiere llenar su corazón completo con bondad y amor. Mire la paciencia que Dios tiene con usted. ¿Por qué es imposible para usted el ser paciente con algunas personas que son frágiles?

De hecho, yo mismo era muy frágil. Yo recibía mucha paciencia de Dios que me mantenía y me fortalecía. Cuando llegué ante el Señor Jesucristo, la lengua era una de mis grandes debilidades. Pero el Señor Jesucristo me puso un freno allí enseguida. Él amarró mi lengua. Y después Dios comenzó a enseñarme cómo
hablar de esas cosas que Él me había dicho a mí primero. Y cuando comencé a comentar algunas de esas cosas que Dios me estaba diciendo, encontré que las personas estaban siendo bendecidas. Eso fue hace ya 54 años atrás. Como un joven, vi cómo el Señor se apoderó de mi tonta lengua, y comenzó a enseñarme las palabras que venían de Él, de forma tal que cuando yo hablé con algunas personas, algunas de ellas estaban maravilladas, porque lo que decía eran los secretos de sus corazones.

La Biblia dice que usted profetizará los secretos de los corazones de los hombres, de forma tal que caerán postrados y dirán: „Seguro que Dios está en usted."

Ahora encuentro que mucha gente que pretende enseñar a otros no saben nada acerca del diagnóstico espiritual. Para el diagnóstico espiritual se necesita ir ante la presencia de Dios y orar. Y sin Dios abriendo el oído, se puede hablar una tonelada de basura y no llegar a ninguna parte con la persona con la que está hablando o a la que está tratando de ayudar.

¡Amigos! ¿Qué dice la Biblia? „Él me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado." A veces salimos con una avalancha de palabras en un momento cuando una persona no está dispuesta a recibir ni siquiera una sola frase con honestidad. ¿Por qué desperdiciar su aliento cuando alguien no está preparado para recibirlo? Primero usted tiene que orar. Y cuando ora, el Señor que le da la lengua del sabio, también le da el saber el momento en que debe hablar.

Si quiere tener la lengua del sabio, necesita tener un oído que escuche. ¿Qué es lo a que su oído presta la mayor atención? Se ha convertido en un hábito normal hoy en día que los jóvenes enciendan un radio o la televisión tan pronto como entran en una habitación.

Si sus oídos están sintonizados con los sonidos del demonio y esas sugerencias eróticas, ¿cómo puede escuchar la voz de Dios? Sus oídos no se han despertado para escuchar la voz de Dios. Por eso constantemente le decimos a la gente, cuando nos dirigimos a las multitudes: „Vaya a su casa y ore. Dios le hablará." Tenemos un Dios que habla. Dios no es tonto.

Algunas personas, aparentemente, piensan que Dios es muy sordo. Eso es porque ellos hacen mucho ruido.

A veces extraño mis tapones para los oídos cuando me siento en el púlpito y muchas de esas personas realmente se lanzan. Se ponen tan efervescentes y emocionados que para el momento que dejan de cantar supongo que se les acabo la fuerza. Y aún no están lo suficientemente listos para escuchar la Palabra de Dios. El demonio hace que algunas personas se conviertan en esclavos sumisos. Fuera de las puertas de la iglesia, ellos no valen nada. ¿Para qué sirve saltar hasta el techo? ¿Qué bien hace eso? No hace nada. Dios no es sordo. Él no necesita una religión de altos decibelios. Esa es la idea que los gentiles tienen de la religión. Altos decibelios y sonido interminable, eso no tiene un lugar en la Iglesia de Jesucristo. Necesitamos oídos que escuchan la tranquila y pequeña voz de Dios. „Estad quietos, y conoced que yo soy Dios." No importa que tenga ante usted al bravío Mar Rojo. „Estad quietos, y ved la salvación de Dios." Si su religión no le brinda la quietud, entonces no es ninguna religión. Mejor practica su religión afuera, en un bazar o en un mercado. No funcionará. Necesita el oído del sabio.

„Por la lengua es un mundo de iniquidad," dice la Biblia. Es un fuego. Es una lengua de iniquidad. ¡Cuánto mal surge de esa boca! Algunas personas religiosas no pueden decir una sola palabra amable. Si alguien está cansado, o está enfermo, o está descorazonado, todo lo que pueden decir son palabras rudas y duras, solamente para dañar a esas personas y apartarlas. Se tarda muchos años en recuperarse de esas palabras. Amigos, les digo que esa no es la lengua del sabio. Ese no es el oído del sabio. Es un mundo de iniquidad lo que sale de usted.

Dios quiere que usted tenga la lengua del sabio. ¿Dónde se aprende eso? No en la universidad. Se lo aprende al pie de la Cruz. Cuando usted se humilla a sí mismo, recibirá este gran favor de Dios. ¡Qué el Señor le dé los labios y la lengua y los oídos del sabio!

- Joshua Daniel


La fe de la viuda en la providencia

Una viuda pía dijo: „Una tarde, estabamos comiendo nuestra cena - no teníamos nada más sino pan, y no era suficiente para satisfacer nuestra hambre. El pequeño John, que estaba finalizando su ración, dijo: `Madre, ¿qué haremos mañana en la mañana? No hay pan en la casa, no tendremos qué desayunar?' Le contesté: `No temas, John: Dios no nos abandonará; oremos ante Él, y con seguridad se acordará de nosotros.' Hice que se arrodillara a mi lado, y oramos a Dios para que Él, en su bondad, tuviese piedad de nosostros y nos diera pan para mañana. Luego acosté a mi hijo, diciéndole que durmiera tranquilamente, y que contara con Dios, que nunca olvida a los que confian en Él. Yo también me fui a la cama, creyendo firmemente que Dios había escuchado mi plegaria y encomendándome a la protección de nuestro Señor Jesucristo. Dormí cómodamente hasta las cuatro de la mañana, cuando John me levantó, diciendo: `Madre, ¿llegó el pan?' ¡El pobre pequeño! Había comido muy poco, y tenía
mucha hambre. Le contesté: `No, aún no ha llegado, pero quédate tranquilo y duerme de nuevo. El pan llegará.' Ambos nos fuimos a dormir. Me levanté poco antes de las seis de la mañana, cuando alguien raspaba mi ventana. `Señora Bartlet, tiene que levantarse de inmediato. La lechera de la Sra. Martin está muy enferma y usted tiene que venir y ordeñar sus vacas,' dijo una mujer. Acá estaba el pan para nosotros."

„Fui a la casa de la Sra. Martin y ordeñé sus vacas.
Después me senté en la cocina para desayunar; pero pensé en mi hijo y no comí. La Sra. Martin me observaba, y me dijo: `No se come su desayuno, Sra. Bartlet.' Le di las gracias y le dije que había dejado a mi hijo pequeño en casa, en su cama, y que él estaba muy hambriento. Que si ella me lo permitía, prefería llevarme el desayuno a casa para él. La respuesta amable fue: `Coma su desayuno ahora, y puede llevarse algo de comer para su hijo aparte.' Entonces, la Sra. Martin me dio una cesta de provisiones, suficientes para mí y para mi hijo durante algunos días. En el momento en que regresaba a mi casa, no pude más que darle gracias a mi Dios, sentirme agradecida con Él y con mi amable benefactora. El corazón de mi pequeño hijo se regocijó al ver el desayuno. Se levantó directamente, con ganas de compartir la amabilidad de la Sra. Martin. Después de un buen desayuno, hice que mi hijo se arrodillara a mi lado mientras le volvía a dar las gracias a nuestro bondadoso Dios, que había escuchado nuestras oraciones la noche anterior, y quien nos había dado a tan amable benefactora. Cuando nos levantamos, senté a mi hijo en mi regazo y le dije: `Ahora, John, espero que lo que nos pasó lo recuerdes toda tu vida. Anoche nos habíamos comido todo el pan, no teníamos nada
para esta mañana. Pero oramos a Dios y Él, a través de su misericordia, y por Jesucristo, nos dio el pan de cada día. Dios nos escuchó y nos dio el pan. Qué ésto te enseñe a través de tu vida a poner tu fe en tu Padre Celestial. Yo oro con fe a Dios para que jamás lo olvides.'" La señora continuó: „Y, señora, jamás me falta pan de nuevo. Tengo la bendición de mi hijo, que ya es un hombre. Él es bueno y cumple sus deberes conmigo, y nunca ha olvidado la exhortación que le hice de tener fe en Dios."

Y ¿quién diría que esta pobre, humilde mujer y el interés de su pequeño hogar fuesen insignificantes ante el cuidado y la atención del Dios Todopoderoso? ¿Hay uno de sus hijos en cualquier circunstancia que sea tan pequeño como para no llamar la atención de Él? „... echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros." ¿Esa promesa le pertenece solo a los reyes y príncipes y a los grandes de la tierra? No, verdaderamente Dios está en el honor de Su nombre y la santidad de Su ser, para cuidar, mantener y salvar a todos y cada uno, sea alto o bajo, rico o pobre, que crea en Él.

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Nueva Publicación:

La Escuela de los Hijos de Dios

por Deevena Daniel

La Sra. Daniel nació en 1903, siendo la sexta de once hijos en una familia de un pastor evangélico en el Sur de la India. A la edad de 25 años se avino a una relación viva con Jesucristo.

Después de encontrar a Cristo, el Espíritu Santo le enseñó a aprender de Jesús y de vivir a Cristo. Él le reveló a Cristo de manera clara y sencilla durante su vida diaria. En este libro ella narra sus primeras lecciones siguiendo al Maestro. Demuestra que es posible mantener un contacto vivo con Dios en medio de las muchas exigencias del tiempo en la vida de una madre trabajadora.

Siendo enseñada por Dios, ella aprende con empeño y crece en la fe hasta hoy día y su vida sigue teniendo grandes repercusiones sobre miles de personas.


Encontrándose con Dios

„Después le apareció Jehová en el encinar de Mamre ... y Abraham volvió a su lugar." (Génesis 18:1-33)

Evidentemente, tres hombres estaban caminado frente a la tienda de Abraham. Cuando Abraham los vio, corrió a su encuentro. Abraham estaba observando. Él no estaba espiritualmente dormido. A él le habían avisado de ésto tres meses atrás. „Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto." Dios tenía grandes propósitos para Abraham, pero no podían cumplirse a menos que se encontrara con Él constantemente. Él se elevó más y más con cada encuentro con Dios.

Quizás Dios demanda una abnegación más grande de usted. El `sí mismo' evita que lo mejor de usted sea multiplicado por Dios para vivir la vida de mil en utilidad. Cada vez que Dios se encuentra con nosotros aumenta la auto-entrega. Ahora Dios caminaba frente a la casa de Abraham. En esos días, cuando los hombres eran más inocentes, podían ver a los ángeles. Cuando el avivamiento surgió en Kakinada, la gente vio a Cristo en sus hogares. Si la atmósfera es la adecuada y es pura, Dios se puede encontrar con nosotros. Después de la resurrección, la gente vio a los santos en Jerusalén. Dios vino a ver a Abraham nueve meses antes de que se convirtiera en padre.

Dios quería ver si Abraham había hecho caso de la advertencia que le había dado tres meses atrás. Abraham le había hecho caso a la advertencia y había mejorado. Abraham debía haber estado meditando para ese momento. Él no estaba preocupado por sus sirvientes y su propiedad. De lo contrario, no podría haber visto a Dios. En el momento de nuestra meditación, Dios quiere encontrarse con nosotros y hablarnos. Pero hay en usted demasiado del mundo y de las ganancias del mundo. Abraham corrió y se encontró con Dios y le pidió que fuese a su casa y comiera. Llamó a un hombre joven y le dijo que preparara un cabrito gordo. Ese era el honor que se daba a los huéspedes distinguidos en esos días. Los ángeles le hablaron de la promesa que Dios le hizo. ¿Qué ha hecho usted con las promesas que Dios le ha dado? ¿Las ha perdido? Si ama a Dios, amará sus promesas también.

Si da tiempo en las mañanas para orar y leer la Biblia de mala gana y si sirve a Dios con la mitad de su corazón, ¿cómo puede Dios bendecirle? Dios estaba en camino a destruir dos grandes ciudades. Pero antes de eso, Abraham comenzó a hablar con Dios. Dejemos que nuestra hermandad con Dios sirva para que Dios comparta sus más íntimos problemas con nosotros. No era un placer para Dios el destruir esas ciudades. Si había alguna esperanza de mejorar, Él nunca lo hubiese hecho. Solamente había un hombre infatuado en ese lugar.

¿Es Dios un agente de destrucción? No. El mal se destruye a sí mismo. Eso lo ordena Dios. ¿Lo desearía de otra manera? La maldad se destuye a sí misma. Conocí a mis compañeros que eran muy pecadores. Ya están muertos. Ellos se auto-destruyeron. El pecado se destruye a sí mismo, pero no nos destrozará ni a usted, ni a mí. Le pertenecemos a Dios. Él dijo: „Ustedes son mis testigos." Lean Isaías 43:10; 44:8.

El trabajo de la salvación - salvar hombres - se nos ha dado a usted y a mí. Hechos 10:32. „Envía, pues, a Jope, y haz venir a Simón el que tiene por sobrenombre Pedro, el cual mora en casa de Simón, un curtidor, junto al mar, y cuando llegue, él te hablará." El ángel llegó hasta Cornelio, pero no le dio el evangelio. El ángel dijo: „Manda por Simón Pedro y él te hablará." Este trabajo de salvar hombres no se le da ni a los ángeles, pero se nos dio a nosotros. Que el Señor nos ayude que seamos fiel en este gran trabajo.

- El difunto Sr. N. Daniel


Continuación de

El Progreso del Peregrino

Cuando los dos peregrinos estaban a punto de salir del desierto, se les ocurrió mirar hacia atrás y divisaron una figura familiar: „¡Oh, mi buen amigo Evangelista!" exclamó Cristiano.

Evangelista: Paz a vosotros, mis amigos. ¿Cómo os ha ido desde la última vez que nos vimos?

Cristiano y Fiel le contaron todo lo que les había ocurrido.

Evangelista: Qué contento estoy, no de que hayáis pasado dificultades sino de que salisteis victoriosos. Una corona incorruptible está delante de vosotros. Corred de manera que la obtengáis. Ante todo mirad bien a vuestros propios corazones y poned vuestros rostros como pedernales. Tenéis todo el poder en el cielo y en la tierra a vuestro lado.

Cristiano: Gracias, Evangelista, por tus palabras de aliento. Como tú también eres un profeta, cuéntanos algo más sobre el camino que resta y cómo podemos resistir y vencer los peligros.

Evangelista: Mis hijos, vosotros habéis oído que es menester que por muchas tribulaciones entréis en el reino de Dios (Hechos 14:22). Como podéis ver, ya estáis casi fuera del desierto. Pronto llegaréis a una ciudad donde seréis atacados por los enemigos que tratarán de mataros, y uno o ambos sellaréis vuestro testimonio con sangre. Pero sed fieles hasta la muerte y el Rey os dará una corona de vida (Apoc. 2:10).

Después vi en mi sueño que al salir del desierto llegaron a la ciudad de Vanidad. En esta ciudad hay una feria llamada la Feria de la Vanidad.

Ahora bien, la Feria de la Vanidad no es un negocio nuevo. Mucho tiempo atrás Beelzebub, Apolión y Legión, viendo que los peregrinos en camino a la Ciudad Celestial debían pasar por medio de la ciudad, tramaron la erección de una feria permanente en la cual se vendieran vanidades tales como „honores mundanos" y „delicias carnales".

A medida que los peregrinos se acercaban a la feria, la gente comenzó a alborotarse. Como la vestimenta de los peregrinos era diferente a la de los ciudadanos de aquella ciudad, todos los miraban con insistencia pensando que eran tontos o locos. Además, como hablaban el idioma de Canaán les parecían bárbaros a los hombres de este mundo que estaban a cargo de la feria.

Los peregrinos trataron con indiferencia los productos que se ofrecían en venta, y cuando los mercaderes los llamaban para que compraran, ellos decían, tapándose los oídos: „¡Aparta mis ojos que no vean la vanidad!"

Un mercader, notando su conducta, se burló de ellos diciendo: „¿Qué compraréis?" Ellos le miraron gravemente y le contestaron: „Compraremos la verdad." Esto le hizo despreciar a los peregrinos más que nunca.

Se armó tal tumulto en la calle que se perdió toda compostura y la multitud empezó a maltratar a los dos peregrinos. Algunos se burlaban, otros les reprochaban y otros decían a los demás que les golpearan. Al fin se informó de lo que pasaba al jefe de la feria.

Cristiano y Fiel fueron detenidos y sometidos a un interrogatorio. En respuesta a las preguntas que les hicieron, dijeron: „Somos peregrinos y extranjeros en el mundo y estamos en camino hacia nuestro propio país, Jerusalem Celestial."

Pero los examinadores, creyendo que eran locos o que estaban tratando de causar un alboroto, les golpearon y los ensuciaron con barro.

Después los pusiern en una jaula de hierro, exponiéndoles a la vergüenza pública. Allí permanecieron los dos, objeto de burlas y desprecio, sin que nadie les defendiera. El jefe de la feria se reía a carcajadas de todo lo que les pasaba.

Pero los peregrinos soportaron todo pacientemente, devolviendo bien por mal y bondad por injuria.

- Continuará -

Extraído del libro El progreso del peregrino ilustrado.

© El progreso del peregrino ilustrado. Editorial Portavoz, PO Box 2607, Grand Rapids, Mi, 49501-2607, U.S.A.