Para aquéllos que buscan la verdad y una vida dinámica
Cristo es Vencedor
Noviembre/Diciembre 2003
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"Compra la verdad, y no
la vendas"
Recordé lo que mi padre una vez predicó: "Compra la
verdad, y no la vendas." Vender la verdad y comprar lo que ofrece el mundo
es lo que la Biblia de alguna gente parece enseñarles. Pero la Biblia
enseña: "Compra la verdad y no la vendas. La sabiduría,
la enseñanza y la inteligencia." Proverbios 23:23. Ahora,
¿qué noto? La gente pagaría lo que sea por lo que
realmente desean tener. ¿Usted no se ha dado cuenta de eso? Cuando ellos
realmente desean ir a un juego de fútbol, o a ver a algunos equipos
importantes jugando, ellos encuentran la manera de obtener los boletos. Es
sorprendente como algunas personas trabajan y viven a lo largo del año
solamente para llegar a la época de las vacaciones. "Me van a dar
una semana de vacaciones y me voy para las islas Bahamas." Ese es su
sueño durante todo el año. De esa manera se las arreglan para
reunir el dinero, no importa que tan alta pueda ser la suma, y se van para
luego regresar cansados y desgastados. Así que me he dado cuenta de que
la gente paga cualquier precio por lo que realmente desean. Por tanto,
más bien nos preguntamos a nosotros mismos qué es lo que
realmente deseamos tener. Ahora, ¿qué es la verdad? No hay
ninguna posesión en este mundo que no esté sujeta a algún
grado de descomposición, o degradación o de devaluación.
Hay una sola cosa que permanece segura, la verdad de Dios.
Sabe que durante toda la historia usted no encontrará otra
persona que pueda decir sin temor a que le contradigan: "Yo soy la
verdad." He tenido entre mi auditorio todo tipo de personas _ personas de
diferentes religiones, comunistas, infieles, ateos, personas que se burlan y
que denigran. Pero nadie jamás ha enfrentado el reto que presenta esta
verdad irrevocable: "Yo soy el camino, la verdad y la vida."
El Señor Jesús se hace cada vez más grande en su valor con
el transcurso del tiempo, mientras se puede tener por seguro que cuando tienes
un carro nuevo apenas al sacarlo de la agencia pierde el 10 % de su valor. Pero la verdad jamás pierde su valor.
Así que se puede ver cuan profundamente se busca y se atesora la verdad
por lo que pagaría por ella. Es muy simple. Es así como
entendemos el valor. Parece que entendemos el valor únicamente en
términos de dinero y es lo único que habla a alguna gente.
Déjenme preguntarles a algunos de ustedes, ¿cuánto
estarían dispuestos a gastar en dinero para obtener la verdad?
Hoy en día, vemos a cierto
tipo de personas, que hablan acerca de la verdad sin estar preparadas para
gastar nada para adquirir la verdad. Ahora bien, déjenme decirles que
esas son almas falsas y pervertidas. Cuando se habla acerca de la verdad, no se
atreva a hablar de ella como lo hizo Pilatos cuando habló acerca de la
verdad. ¿Dónde habló Pilatos acerca de la verdad? Cuando
tuvo a Jesucristo ante él. Si leemos Juan 18, nos damos cuenta de que es
una situación muy enigmática. En realidad, un juez debe
investigar y descubrir la verdad. Pero ¿qué pasó?
¿Cómo ocurrió ese crimen? ¿Fue un crimen
premeditado o fue algo que se hizo bajo el impulso del momento? El
propósito de un juez es descubrir la verdad. Vemos a Pilatos diciendo
ante Él en Juan 18:37-38. "Le dijo entonces Pilato:
¿Luego, eres tú rey? Responció Jesús: Tú
dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo,
para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz. Le
dijo Pilato: ¿Qué es la verdad? Y cuando hubo dicho esto, salió
otra vez a los judíos, y les dijo: Yo no hallo en él
ningún delito."
Allí había una persona de la
que se puede decir en toda la historia de la humanidad que es la única
que se yergue perfecta, y esa persona es nuestro Señor Jesús.
Entonces, Pilatos se paró ante Él y le preguntó:
"Qué es la verdad?" ¿Quién es el juez que
está allí para descubrir la verdad, para defender la verdad, y no
para apoyar lo que la multitud diga? Hoy, toda la verdad que algunas personas
han descubierto es lo que algunos filósofos dicen, o lo que algunos conferencistas
dicen, o lo que algunos autores dicen _ y eso es todo. Su búsqueda de la
verdad ha sido tan poco profunda que nunca les ha llevado hacia Jesús.
¡Qué tragedia! ¡Qué caricatura de un buscador! Cuando
veo a la gente que dice: "Estamos buscando la verdad," les digo:
"¿Están listos para gastar algo para obtener la verdad?
¿Están listos para vender toda la basura y las cosas
inútiles que están en sus mentes? ¿Están listos
para convertirse en personas que son parecidas a un niño?
¿Están listos para reconocer la verdad, para caer postrado ante
la verdad? Entonces no tendrán dificultades para descubrir a
Jesús. Pero el punto es si tienen nociones preconcebidas, ideas que han
tomado prestadas y material de segunda mano que han adquirido de diferentes personas,
sus mentes están tan atestadas de cosas que nunca llegan a la
verdad." Por eso dice la Biblia: "Siempre aprendiendo, pero nunca
siendo capaz de llegar a la verdad." Esta es la marca distintiva de
los últimos días, la marca de la gente cuyas almas se
perderán. ¿Por qué? Porque no están listos para
liquidarlo todo.
Salmo 117: "Alabad a Jehová, naciones todas; pueblos
todos, alabadle. Porque ha engrandecido sobre nosotros su misericordia, y la fidelidad de Jehová es para
siempre. Aleluya." Hay una
sola cosa, única y monolítica que perdurará por siempre _
la verdad. Todo lo demás pasa, pero la verdad del Señor
perdurará por siempre. Para las religiones paganas, la verdad es
relativa. "Esto también puede ser verdad, aquello también
puede ser verdad." Es sorprendente. Un hombre que estudia la Biblia y otro
que conoce la palabra de Dios jamás dirían eso. La verdad no
puede ser verdad cuando es indefinida. Como se puede ver una medusa y decir, la
medusa es de tal largo exacto y de tal ancho exacto. Si se la pone sobre el
suelo, se ensanchará y se aplanará. Si se la pone en un
pequeño tubo de ensayo, la medusa puede alcanzar un metro de largo.
Así que su verdad es un metro de largo, pero también puede ser de
un centímetro de grueso. Puede ser cualquier cosa.
Quiero decirle que la verdad es intolerante, porque la verdad es
definida. Si usted va a vivir de acuerdo con la Palabra y tolera la basura, el
excremento, la suciedad y toda la impureza, entonces nunca diga que está buscando la verdad. La verdad es definida tal
como la distancia entre dos ciudades está definida por las millas entre
las dos ciudades.
La gente no quiere conocer su corazón. A
ellos más bien les gusta una especulación mágica. Cuando
se dirige hacia el Señor Jesús, Él le mostrará sus pensamientos
y su corazón. "Engañoso es el corazón más
que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo
Jehová escudriño la mente y pruebo la corazón."
Si usted realmente quiere saber cómo es, necesita ir hacia la Cruz. Es
solamente a los pies de la Cruz de Jesucristo donde conocerá su
verdadero ser. Allí es donde me di cuenta por primera vez no solamente
que no soy un buen tipo, sino cuan depravada y cuan abyecta era mi
condición de pecador.
Así que, mis queridos amigos, llegamos a una oración que es
muy importante. Vemos esa oración en el Salmo 119:73. "Hazme
entender, y aprenderá tus mandamientos." ¡Qué
importante! El Rey Salomón oraba en 1 Reyes 3:7-9. "Yo soy
joven, y no sé cómo entrar ni salir. Y tu siervo está en medio de tu pueblo al cual tú
escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar ni numerar por su multitud.
Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para
discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá
gobernar este tu pueblo tan grande?" Dios ama esta oración. El Rey Salomón, el más sabio
de todos los hombres, obtuvo una respuesta a esa oración, ya que
tenía que juzgar al pueblo de Dios. Él sintió:
"¿Dónde obtendré la sabiduría para discernir
la verdad?" Llegaron dos mujeres recién paridas, una de ellas
había aplastado a su hijo hasta morir. Después de darse cuenta de
que su bebé estaba muerto, lo colocó junto a otra mujer y
tomó para sí el bebé que estaba vivo. Así que
llegaron ante el Rey Salomón con esta interrogante: "¿A
quién le pertenece el bebé vivo?" Para el Rey no fue un
problema el darles una respuesta. Acá estaban dos mujeres diciendo ambas
que ese era su bebé. ¿No es algo simple? Busquen un cuchillo,
dividan el niño por la mitad, y denle a cada una su mitad, les dijo.
Entonces, la madre verdadera dijo: "No. No haga eso. Déselo a la
otra mujer, pero no lo mate." El Rey Salomón dijo: "No tengo
la sabiduría para hacer eso." El corazón del hombre es tan
complejo. Algunas de las situaciones que producemos pueden ser tan complejas.
No nos conocemos los unos a los otros. Es por eso que cuando dos personas se
casan, surgen grandes conflictos _ dos personas complejas viviendo juntas bajo
el mismo techo, sin la fuerza unificadora del Señor Jesucristo y sin la
humildad suficiente para decir: "No sé cómo criar estos
niños y niñas." Un padre y una madre que no tengan el
entendimiento para decir eso, no entienden. La vida de hoy en día se ha
convertido en algo tan inseguro que simplemente no conocemos el futuro. Supongo
que éste es un momento en el cual los adivinos se pueden multiplicar
mucho en todas partes porque la gente no sabe qué va a pasar. Se sienten
tan inseguros en estos tiempos. ¿Qué es el entendimiento? Es
colocar nuestra vida en las manos de Jesús y decirle:
"Señor, guíame. Yo no sé." Si usted no
está preparado para decir eso, no tiene entendimiento. Hay gente que
teme preguntar la voluntad de Dios. ¿Por qué? Quizás vaya
en contra de sus deseos. ¿Se puede imaginar tal inmadurez? Ellos temen
preguntar por la voluntad de Dios porque quizás vaya en contra de sus
deseos, o de su conveniencia. Eso significa que no les importa la verdad, o que
no desean ser realmente productivos en sus vidas. Ellos simplemente
están a la deriva; no tienen metas. ¡Qué tragedia! 1 Reyes
3:9 dice: "Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a
tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo." ¿Hay
alguien que pueda obviar esta oración?
Le pido a Dios discernimiento. Hay ciertas cosas por las que algunas
personas acuden a verme y cuando llegan ante mí, les digo:
"Sé para qué vinieron a verme. El Señor me ha
mostrado la razón por la cual han venido a verme." Necesito un
corazón con discernimiento. Él está substituyendo la
decisión y elección que hace Dios con su propio discernimiento.
¿De alguna forma se puede hacer eso mismo? ¿Usted piensa que mi
mente puede
substituir la mente de Dios? Pero
¿cuántas personas actúan de esta manera? "No te
apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y
él enderezará tus veredas." Nosotros no hacemos eso.
Queremos algunos de nuestros propios caminos. Nos gusta mucho hacerlo. Estamos
vendidos ante la idea de que en este asunto quiero obtener mi propio camino, no
importa lo que los demás piensen. ¡Escuche! Puede que vaya por su
propio camino, sin importar lo que los demás piensen. Pero si usted
incluye a Dios en ese "los demás", está a punto de
estrellarse. Va a destrozarle por completo. Para muchas personas la verdad es
relativa.
Me siento impactado por la forma tan sutil en que se puede comportar la
gente. Pienso que aparte de la depravación nativa, la procedencia
también tiene algo que ver. Algunas personas poseen una procedencia muy
calculadora y sospechosa. Esa es una procedencia muy desafortunada, lo que hace
del individuo alguien sospechoso. Es una procedencia horrible cuando los padres están llenos de temor, cuando no
se confía en nadie de la familia, cuando continuamente hay discusiones
fútiles. Así que se convierte en una persona sutil y tendenciosa.
Juega con esta situación y con la otra situación. Esa es una
procedencia que se convierte en su carácter. Es una bendición
cuando el valor de un hogar cristiano está fundamentado en la Palabra de
Dios, donde un sí es un sí, y un no es un no. "He
aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño." Cuando
vemos a una generación completa creciendo en medio de divorcios, su
corazón debe romperse ante esta situación. Se puede imaginar cuan
retorcidas y desviadas van a ser las mentes de estos pequeños por todas
sus vidas, creciendo en medio de discusiones, peleas, divisiones, debates,
odios, resentimientos y amargura. Hay toda una procedencia que se traspasa a
sus hijos, así ellos se convertirán en personas muy calculadoras
y tendenciosas.
Jacob es el típico caso de un hombre para quien la verdad
podía retorcerse y manejarse de acuerdo con su conveniencia. Pero, ¿qué ganó? Ganó la
pérdida de diez de sus hijos, que se convirtieron en estafadores.
"Bueno, le diremos a nuestro padre que alguna bestia salvaje ha matado a
nuestro hermano José y le llevaremos este manto que nuestro padre le
dio, todo cubierto de sangre. Pondremos algo de sangre sobre él y le
preguntaremos a nuestro padre: `¿Es éste el manto de tu hijo?' y
seguramente él lo reconocerá." Así, Jacob pasó
muchos años lamentándose mientras José estaba junto al
trono en Egipto. Vemos un padre inconsolable, lamentándose por una
muerte que no había ocurrido. Pero, ¿quién le
engañó? Sus propios hijos. ¿Quién les dio esa
naturaleza? El mismo Jacob. ¿Quién era responsable por sus
lágrimas y sus lamentos? Él mismo. Mis queridos amigos, recogemos
lo que sembramos. Usted juega con la verdad como si pudiera ser esta cosa o
otra. Se puede tratar de Jesús o de otra persona. Bien, usted
recogerá su recompensa. La verdad es algo con lo que no se debe jugar.
Nadie puede evitar la verdad _ nadie. Jesús dijo: "Yo soy la
verdad." Estas son palabras incontrovertibles resonando a
través de los siglos y no hay quien haya osado retarlas. Pero quienes
pervierten, juegan y manipulan la verdad, se están ganando
lágrimas interminables. No juegue con la verdad. Compre la verdad, y
nunca la venda. Es un bien que se había comprado con sangre. La vida de
nuestro Señor Jesucristo fue dada para que surgiera la verdad. Dios es
santo, y su pecado tiene su castigo, y ese castigo hay que pagarlo. Sin el pago
de ese castigo, no hay redención. Mis queridos amigos, esa verdad
permanece incontrovertible, y es la roca en la cual me apoyo.
¿Cuál es su roca? ¿Dónde se apoya usted? Yo vendería
todo por la verdad. "Compra la verdad, y no la vendas. La
sabiduría y la inteligencia."
Joshua Daniel
“El viaje de Navidad”
"Cuando Jesús
nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron
del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde
está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella
hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle" (Mateo 2:1-2).
Esos hombres vieron una estrella y se dieron
cuenta de que era una indicación que les mostraba que Jesús
había nacido. Así que ellos comenzaron a viajar del este al
oeste. No era algo fácil. Ellos abandonaron su país en busca del
Salvador. Mucha gente dice que la Cristiandad es una religión occidental
y que tiene su propia religión. Pero los sabios estaban preparados para
ir a cualquier parte en busca de la Verdad. Todo sabio viajará para
conocer la Verdad.
Todos nosotros sabemos que Jesús es el Salvador. Pero
¿cuántos de nosotros habrían viajado para verlo a
Él y adorarle? Alguien nos dijo y creímos que Jesús es el
Salvador, pero nunca fuimos ante Su presencia. Cuando se acude ante Su
presencia, uno es transformado. Estos hombres sabios cruzaron ríos y
montañas. Ellos eran ricos. Ellos pudieron quedarse cómodamente en sus casas.
¿Usted ha alguna vez viajado para ver a
Jesús? Yo viajaba grandes distancias cuando era joven para asistir a
reuniones de jóvenes estudiantes para adorar a Jesús. Esos
hombres sabios comenzaron. Eso significa que ellos abandonaron su país y
a sus familias y también gastaron su dinero. Algunos dicen:
"¿No puedo encontrar a Jesús acá mismo?" El aire
está en todas partes, pero tenemos que inflar los cauchos y las pelotas
de fútbol. Estamos obligados a ir a un lugar donde haya una
concentración de atmósfera espiritual.
Los hombres sabios viajaron en camellos. Un camello
cruza los ríos rápidamente. Escala las montañas, se
balancea cuidadosamente en las llanuras. Camina en forma estable a lo largo de
los caminos. Las montañas representan el orgullo. A veces pensamos que
es innecesario orar; que es una pérdida de tiempo, pero cuando estamos
enfermos queremos a Dios y a Su gente. Aun antes de que una situación
así ocurra, debemos orar. ¿Usted ya ha comenzado su viaje?
Muchos comenzaron su viaje pero no
encontraron a Dios fácilmente. San Agustín no quería convertirse
en un hombre de Dios muy pronto. Él fue de pecado en pecado. Durante
algún tiempo vivió con una mujer. Su madre oraba por él.
Él dejó a esa primera mujer y se buscó otra mujer.
Solía decir: "Hoy no; mañana obedeceré a Dios."
Pero llegó un día y él clamó: "Mañana
no, Señor, sino hoy mismo, en este preciso instante te quiero a
Ti."
¿Usted ha encontrado a Jesús? Hay
muchos valles de desanimo. Muchos le desanimarán: "¿Por
qué tanta fe, tanta piedad, tanta oración?" Si alguien que
desea encontrar a Jesús no le encuentra, le irá a buscar a
Él. No se sentirá satisfecho hasta que esté seguro de que
está con Él y con Sus hijos.
¿Usted puede decir cuando encontró a Jesús?
¿Puede decirle a sus hijos que lo ha encontrado? Cuando le buscaba,
encontré todas las riquezas que necesitaba en Él, encontré
todo el regocijo en Él, y la salud en Él. Él me advierte
acerca de mi futuro. Él puede instruirme. Desde el momento en que le
encontré, Él me mantiene. Si fallo, lo confieso. Me di cuenta que Él siempre está conmigo.
Cuando estos hombres sabios llegaron a Jerusalén, preguntaron
por el Rey. Los judíos que vivían allá pensaban en
qué comer y qué vestir. Así que se sorprendieron con la
pregunta de los hombres sabios: "¿Dónde está el Rey?"
Herodes era un asesino. Él mató a su madre, a su esposa, a sus
dos hijos y al sacerdote que también era parte de su familia. Herodes estaba perturbado. Desde
Jerusalén nadie fue a conocer al niño recién nacido. Los
judíos sabían que naciera un Salvador, aun así ellos no
fueron con los hombres sabios. Así que los hombres sabios vieron la
estrella de nuevo, y ella los guió hasta Belén.
"Queremos adorarle." Ese era el clamor de esos hombres
sabios. Su clamor debe ser: "No deseo alimento o descanso, solamente quiero a Jesús." Los hombres sabios
cumplieron su labor y hallaron a Jesús. Ellos le alabaron. La vida
surgió en sus corazones. Era una gracia nueva.
Uno de los sabios llevó oro y adoró a
Jesús. El oro no era necesario para que María se adornara o lo
guardara, pero lo necesitaban para viajar a Egipto. Los demás trajeron
otros regalos. También vamos a adorarle.
El difunto Sr. N. Daniel
“El zapatero y su huésped”
Una Navidad, un viejo zapatero se
sentó en su pequeña tienda a leer acerca de la visita de los
hombres sabios al Niño Jesús, y acerca de los obsequios que le
llevaron, y se dijo a sí mismo: "Si mañana fuera la
primera Navidad, y si Jesús fuera a nacer en este pueblo esta noche,
¡yo sé qué le llevaría!"
Se puso de pie y tomó de un estante dos
pequeños zapatos de la más suave piel blanca como la nieve, con
broches de plata brillante: "Le daría a Él estos zapatos,
mi trabajo más fino. ¡Cuán complacida estaría Su
madre! Pero que viejo tan tonto soy, el Señor no necesita de mis pobres
obsequios," pensó sonriendo.
Colocó los zapatos de nuevo en su lugar, apagó la vela y se retiró a descansar. Apenas
había cerrado los ojos, así le parecía, escuchó una
Voz que decía su nombre. "¡Marín!"
Intuitivamente, se dio cuenta de la identidad de quien le hablaba: "Martín,
mucho has deseado verme a Mí. Mañana pasaré por tu
ventana. Si me ves y me pides que entre, seré tu huésped y me
sentaré a tu mesa."
Él no durmió más esa noche debido a la
alegría que sentía. Antes de que amaneciera, se levantó y
limpió su pequeña tienda. Regó arena fresca en el piso, y
colocó ramos fresco de follaje a lo largo de los marcos. En la mesa
colocó una rebanada de pan blanco, un frasco de miel, una jarra de leche
y sobre el fuego colocó una olla con café.
Sus preparativos simples estaban ya listos.
Cuando todo estuvo listo, comenzó su vigilia
ante la ventana. Estaba seguro de que reconocería al Señor.
Mientras miraba por la ventana hacia la calle desierta, donde caía la
lluvia y el granizo y hacía frío, pensó en el regocijo que
sentiría cuando se sentara y compartiera el pan con su Huésped.
Entonces vio a un viejo barrendero en la calle, soplando sus manos
delgados y callosos para calentarlas. "¡Pobre hombre! Debe estar
medio congelado," pensó Martín. Abriendo la puerta, le
llamó: "Ven acá, pasa amigo mío y
caliéntate, y toma una taza de café caliente." No
hacía falta decirle al hombre nada más, quien agradecido
aceptó la invitación.
Pasó una hora, y Martín vio a una
mujer pobre, miserablemente vestida, cargando a un bebé. Ella se detuvo,
agotado, a descansar en el refugio que ofrecía el camino a su puerta.
Rápidamente abrió la puerta y le dijo a ella: "Pase y
caliéntese, mientras descansa. ¿Se siente bien?"
La mujer explicó: "Voy hacia el
hospital. Espero que me acepten a mí y a mi bebé. Mi esposo
está en alta mar y estoy enferma, y no hay un alma a quien acudir."
"¡Pobre hija!" dijo el
anciano. "Tiene que comer algo mientras se calienta. ¿No?
Déjeme darle una taza de leche al pequeño. ¡Ah!
¡Qué niñito tan brillante y bonito es! ¿Por
qué no le puso zapatos?"
"No tengo zapatos para él," le dijo con un
suspiro la madre.
"Entonces debería tener este adorable par que justo terminé ayer," y Martín agarró los suaves,
pequeños zapatos que eran blancos como la nieve, los que había
contemplado la noche anterior, y se los puso al pequeño en los pies. Le
quedaron perfectos. Pronto la joven madre siguió su camino, llena de
gratitud. Martín regresó a su puesto junto a la ventana.
Pasaron las horas, y muchas almas necesitadas
compartieron la magra hospitalidad del viejo zapatero, pero el Huésped
que estaba esperando no apareció.
Por último, cuando cayó la noche,
Martín se retiró a su catre con el corazón pesado.
Suspiró: "Fue solamente un sueño. Esperé y
creí, pero Él no vino."
Repentinamente, o así le pareció a sus cansados ojos, su
habitación se inundó con una luz gloriosa: y ante la asombrada
mirada del zapatero aparecieron ante él, uno por uno, el pobre
barrendero de la calle, la madre enferma con su bebé, y todas las personas que él había ayudado
durante el día. Cada uno de ellos le sonrió y dijeron: "¿No
me viste? ¿No me senté a tu mesa?" y se desvanecieron.
Entonces, suavemente desde el silencio, él
escuchó de nuevo la gentil Voz, repitiendo las palabras familiares: "Él
que reciba un niño pequeño en mi nombre, recibe a mí.
Porque tuve hambre, y me disteis de comer, tuve sed, y me disteis de beber, fui
forastero, y me recogisteis. De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno
de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo
hicisteis."
Estimados lectores, la Temporada nos da una
oportunidad para compartir con los que son menos afortunados lo que Dios nos ha
concedido como una bendición. Uno no necesita ser rico y tener mucho
dinero _ tratemos de compartir con los demás lo poco que tenemos.
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